Notas del cuaderno de un TF (IX)

Publicado el 12 de octubre de 2025, 13:58

DELEGACIÓN Y ROL PROVISIONAL

  A menudo, los equipos que trabajan con adolescentes en situación de riesgo de exclusión social son conscientes de que los chicos vienen a terapia obligados. Una obligación en la que parece que los padres o los derivantes estén pidiendo ayuda, cuando la sensación de los operadores es que, con ese movimiento, se están quitando a veces los problemas de encima, traspasando la responsabilidad activa a otros: a los profesionales, que para eso se definieron como expertos.

   La ambivalencia en la demanda de muchas de estas familias oscila entre la sensación de que carecen –quizás momentáneamente- de esperanzas, por un lado, y, por otro, en la confianza en que los operadores actúen provocando en sus hijos un cambio milagroso.

  En cierta medida, los operadores reciben con eso el encargo de llevar adelante una suerte de parentalidad provisional. Y siempre que no evolucione hacia una delegación permanente, que es un abandono, será posible ofrecer modelos de acción útiles a estas familias cuya parentalidad se encuentra fuertemente cuestionada por diferentes sistemas profesionales. Cuestionamiento del que se apropian desde un sentimiento inabarcable de fracaso: el fracaso de su parentalidad.

  El objetivo final de la terapia apunta a que los progenitores vuelvan a hacerse cargo de la situación con sus hijos; de manera que no podremos aceptar -siquiera provisionalmente- la descalificación que a menudo hace este padre o esta madre de sí mismo, porque tiene el objetivo secreto de conferir autoridad a los agentes. Pero una autoridad tramposa, porque cuando éstos fracasen (lo cual ocurre en bastantes ocasiones), ese fracaso será rentabilizado por el progenitor como un nuevo dato que da fe de lo que ya nos dijo al principio, esto es: “que con su hijo no iban a poder, como no pudieron ni los padres ni nadie”. En suma, que no son unos padres tan fracasados, sino unos padres que tienen un hijo dificilísimo….

  Por tanto, conviene redefinir sus dificultades o problemas en términos que hagan expertos a los progenitores, no en los que ellos utilizan y con los cuales se definen ineptos como padres y educadores.

 

 LOS EXPERTOS Y LA DELEGACIÓN

  Una forma de rechazar la peligrosísima delegación que a veces hacen los adultos en su desesperanza es colocando a éstos en la situación de expertos, preguntándoles por aquellas circunstancias en que lo hicieron bien, aquella situación en que supieron hacer funcionar las cosas. La base pragmática de esta pregunta es que los problemas no están ahí todo el tiempo. En el caso de algunos adolescentes, ocurre como en el de los vertidos de chapapote: la mancha negra y aceitosa lo impregna todo, aunque por debajo de ella el agua sea clara y esté limpia.

  Con esos padres, el agente debe intentar averiguar las soluciones exitosas que alguna vez pusieron en marcha, para amplificar y consolidar aquello que funcionó y colocarles, de entrada, en el territorio de la capacitación del que han huido o ahora reniegan. También debe negociar con ellos soluciones asequibles (no generalistas ni vagas, del estilo “quiero que se porte mejor”) y objetivos de tratamiento realistas, progresivos y donde puedan percibirse todos como relacionalmente exitosos.

 

ISOMORFISMOS

 Otro elemento importante de trabajo para el profesional es el reconocimiento de los isomorfismos (p.e.: la pérdida de autoridad de la escuela es isomorfa con la pérdida de autoridad de la familia; el desconcierto y confusión del profesional ante una situación, suele ser isomorfo por lo que les sucede a los padres…).

  Los isomorfismos y las resonancias nos permiten comprender emocionalmente a los pacientes desde una base emocional común o parecida, aunque nunca igual.

 

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