Notas del cuaderno de un terapeuta familiar

Publicado el 7 de julio de 2025, 1:11

    Nombrar es a menudo una actividad que se aproxima bastante a diferenciar, distinguir, señalar o destacar. Así que, a bote pronto, la primera idea que me vino a la cabeza para llamar y distinguir a este apartado fue la de encabezarlo con el título de Apotegmas de un terapeuta familiar. Me gustó y me sigue gustando, lo confieso sin rubor, pero adolece de un extremo que me parece consustancial a la naturaleza de un apotegma, que habría de ser a la par enérgico y breve, contundente y sucinto. Estos aforismos no están forjados con ese duro metal –al menos en su mayor parte- pues mi inclinación a la filosofía me lleva a buscar siempre que puedo algunas razones para levantarlos y defenderlos. No me basta con la aseveración, por mucho que en mi fuero interno la comparta. Necesito justificarme. Yo sí. Un apotegma, no.

    Descartado, pues, el título, por enérgico y contundente, he buscado otras alternativas para cristianar este apartado (aforismos, máximas, sentencias de un terapeuta familiar), pero todos estos términos me han parecido que elevaban el tono y distorsionaban la melodía, como si en verdad lo que estuviera tratando de hacer fuera una declaración encubierta de guerra o conflicto, trampa, emboscada o zalagarda, pero elaborada por el pasivo agresivo que no he sido nunca. Feo sería empezar a estas alturas.

  Al final, como podía ser de otra forma, he optado por el título que tienen estos escritos en mis cuadernos, que es el más humilde, pero certero, de Notas del cuaderno de un terapeuta familiar. Bautizadas ya, las saco de mi cuaderno y las paso a limpio, por si pudieran serle a alguien de utilidad y servicio. Sin más pretensión, dicho queda.

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