Bienvenido a IN ITINERE

Imaginemos que imagino un futuro libro. Imaginemos que empiezo a escribirlo de esta forma no aforística, pero sí fragmentaria, que va tomando cuerpo en las entradillas de un blog, no hay cosa más moderna. Imaginemos que ese futuro libro aún no nacido se titulara, más por ambición del proyecto que por la realidad hecha y formulada, de la siguiente guisa: Los problemas del mundo.

Un título así, tan grandilocuente, exigiría demasiadas explicaciones. Yo daría una breve y sencilla: los problemas del mundo soy yo mismo, yo encarno en mi vida los verdaderos problemas del mundo. Pero no yo por ser quien soy, sino cada uno de nosotros, que somos lo que somos: cada uno de nosotros que, al existir, somos el mundo.

Por tanto, los problemas del mundo son los problemas que yo encarno en mi vida y sus soluciones, mis opiniones, mis dudas y cavilaciones, si hubieran de tener algún valor o sentido, tendrían acaso también un valor y sentido para otras personas, tal vez incluso para muchas.

Notas del cuaderno de un TF (VI): Filosofía y salud mental

   Cuanto más pienso en ello, más me convenzo de la necesidad de que la filosofía ayude al hombre y sea también ella misma un ejercicio terapéutico: el arte del buen vivir. La filosofía debería aportarnos felicidad o su forma más cercana: aceptación. Los anhelos causan infelicidad cuando no se convierten en actos y no se dirigen hacia algún fin. Giran sobre sí mismos y envuelven los pensamientos en una maraña obsesiva. La acción exige claridades y caminos por recorrer. La acción es escribir, conversar, leer, pasear, meditar, tomar un café.  No hay más sentido en la vida que el que deriva de nuestra acción, puesta en marcha por nuestras ilusiones.

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Lealtad

La lealtad no es un sentimiento ciego, que brote de las sangrantes entrañas del alma; no es una consecuencia automática del ius sanguinis, sino una emoción basada en los vínculos de protección y amor que se dan entre los miembros de nuestra especie. Cuando tales vínculos se debilitan, la lealtad afloja su lazo, pero no desaparece por completo porque siempre aspiramos a mantener una pequeña esperanza frente al desencanto. Lo vemos en los niños que padecen negligencia, en lo niños a los que sus padres descuidan o abandonan. Siempre quedan restos de esperanza en esos niños, la creencia de que la herida infligida será provisional, de que ocurrirá el milagro y, aunque escaso, también a él le llegará el amor cicateado o la protección que necesita.

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Envidia

 Envidiar es un sentimiento ocioso, que no proporciona más resultado que el daño propio. Igual sucede con los celos, que jamás prueban la fortaleza ni amplitud o calado de ningún sentimiento, sino la carencia, el miedo y la debilidad. Quien aprende a bastarse a sí mismo aprendió también a conquistar a su propia envidia.

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Notas del cuaderno de un TF (V) : legitimar, valorar, preferir

  Al hilo de una breve anécdota que sucedió en el transcurso de una terapia, conversaba con una colega sobre la obligación de legitimar las diferentes ideas de pareja que aquellos clientes tenían, todo y que el chico de la que acabábamos de ver buscaba con agobio manifiesto una relación de baja intensidad emocional y escasa implicación personal, mientras la chica, en cambio, con parecidas angustias, deseaba una relación de mayor cercanía y con un elevado grado de compromiso por parte de su pareja.

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Notas del cuaderno de un TF (IV) Metáfora

   Hay ocasiones en que la historia que una familia se cuenta para explicar su presente es tan poderosa que coloniza otras posibles historias alternativas, concediendo a sus miembros pocas oportunidades para construir relatos heterodoxos de su pasado, de su momento actual y aún del futuro que les aguarda.

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Etapas que se cierran

     Con alegría y sin nostalgia, cerré ayer en una feliz velada una larga etapa que comenzó allá por el año 2001 y que ha supuesto veinte años de responsabilidad con la terapia familiar en diversos puestos de la SCTF. Agradecido por haber tenido la oportunidad de trabajar con personas que unen la profesionalidad con la bonhomía, dejo atrás esta etapa sin romper los vínculos que durante este tiempo he podido gestar con amigos, amigas y con la propia historia de la terapia familiar en Catalunya y en España. Con la satisfacción que da el haber dado cuanto pude y supe, y con la esperanza de que otros lo hagan al menos con la misma pasión que yo siempre puse en ello.

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Notas del cuaderno de un terapeuta familiar

    Nombrar es a menudo una actividad que se aproxima bastante a diferenciar, distinguir, señalar o destacar. Así que, a bote pronto, la primera idea que me vino a la cabeza para llamar y distinguir a este apartado fue la de encabezarlo con el título de Apotegmas de un terapeuta familiar. Me gustó y me sigue gustando, lo confieso sin rubor, pero adolece de un extremo que me parece consustancial a la naturaleza de un apotegma, que habría de ser a la par enérgico y breve, contundente y sucinto. Estos aforismos no están forjados con ese duro metal –al menos en su mayor parte- pues mi inclinación a la filosofía me lleva a buscar siempre que puedo algunas razones para levantarlos y defenderlos. No me basta con la aseveración, por mucho que en mi fuero interno la comparta. Necesito justificarme. Yo sí. Un apotegma, no.

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Amor cantado (y III)

     Del amor se ha dicho ya todo cuanto se tenía que decir y, sin embargo, sigue siendo un tema inagotable, que nace con cada pareja y perdura entre nosotros el tiempo en que cada pareja lo alienta y alimenta, o lo expande más allá de sí misma, en una nueva generación. Muerte y renacimiento vienen de la mano en el amor. La pasión nos inflama, la pareja y el matrimonio introducen una norma y medida, y permiten la gestión social de las emociones, facilitando el cuidado de los vástagos y la trasmisión de las herramientas básicas de nuestra cultura. Podría decirse que el enamoramiento es al instante, lo que la pareja al tiempo y la duración. Y si los cuentecillos de amor y pasión nos embelesan, esto es porque hacen vibrar una delicada cuerda en nuestro interior, en nuestra memoria personal y colectiva y en nuestros anhelos más profundos y humanitarios. El amor es el vínculo relacional por antonomasia y, como seres relacionales que somos, es el amor quien nos constituye humanos y nos hace fecundos y creativos. Luego, las circunstancias de la vida y los empeños que cada día nos trae el cotidiano vivir a veces lo embozan y a veces lo envilecen. Cuando sucede esto, el amor se bloquea y aparece el maltrato, la violencia relacional, que es esa otra cara más inhumana de lo humano.

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